domingo, 16 de julio de 2006

Lito Cruz Habla de la N.Y. en Santa Fe

Santa Fe>> Domingo 16 de Julio de 2006 | 14:04:05 hs.
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29/05/2006 | 6:8 | ENTREVISTA A LITO CRUZ

“CREO QUE FACUNDO QUIROGA ES EL PERSONAJE QUE MÁS ME EXIGIÓ EN MI CARRERA COMO ACTOR".
La semana pasada visitó nuestra ciudad la obra de Pacho O’donell “Encuentro en Guayaquil” y brillaron desde las tablas dos grandes actores argentinos: Lito Cruz y Rubén Stella. Uno de los redactores de Herejías dialogó con Lito Cruz sobre su apasionante historia de vida, sus comienzos en el teatro y su experiencia en el Actor’s Studio, entre otras cosas.


Autor: L.L
Fuente:Herejías

Tiempo estimado de lectura: 4'49''
¿Cómo comenzó tu romance con el teatro?

Fue por casualidad, yo tenía 15 años y un día leímos en un diario de Berisso, que es mi pueblo, que necesitaban una barra de amigos para hacer la barra de la obra de Carlos Gorostiza “El puente”. Y nos presentamos y participamos de aquella obra. Y así empecé en el teatro. Me entusiasmo muchísimo el vértigo de actuar frente al público, a pesar de que seguí estudiando hasta recibirme de maestro mayor de obras e hice algunos años de arquitectura. Pero poco a poco el teatro me fue ganando y fue teniendo más jerarquía en mi vida y se fue convirtiendo en lo centra de mi vida, en mi profesión. Lo interesante es que yo no lo elegí concientemente, el teatro me fue conquistando, me fue llevando a su territorio.

¿No había en tu familia antecedentes artísticos?

No, pero en Berisso eran todos teatreros porque eran 74 colectividades. Cada colectividad actuaba con sus bailes, con sus maneras de representar la historia de sus orígenes, o sea el teatro estaba permanentemente presente en los bailes, en las fiestas. Y por otro lado, mi madre era muy actuadora, a veces se ponía una palangana en la cabeza y hacía un guerrero, de pronto se disfrazaba con ropas, siempre fue muy divertida y muy actuadora y eso nos marcó bastante en la infancia.

En algunas entrevistas que te realizaron leí una anécdota muy curiosa, ¿Es cierto que tu papá tenía un bar y Federico Luppi era mozo de aquel boliche?

Mi padre tenía un bar en la calle Nueva York de Berisso que todavía esta igual desde hace más de cien años, yo era mozo del bar y Federico Luppi trabajaba en un frigorífico cercano y en mi labor de mozo lo atendía. Entonces un día me contó que el era actor y que le interesaba el teatro independiente, creía en el teatro como un instrumento para cambiar a la sociedad, el creía en los ideales del teatro ruso de la revolución del 17’. Y Luppi me fue contagiando la pasión por el teatro y la idea de que el teatro era algo útil desde el punto de vista de la tarea que tenía que cumplir como miembro de una sociedad. Después con los años esos ideales se fueron perdiendo porque el mundo cambió y empecé a darme cuenta que el teatro no cambia la sociedad, pero puede hacer reflexionar a alguien que esta en la platea.

A mediados de los 70’ tuviste la oportunidad de estudiar en la mítica escuela de teatro de Lee Strasberg ¿Cómo fue aquella experiencia?


Yo en ese momento dirigí “El pupilo quiere ser tutor” con Carlos Moreno y Héctor Bidonde, la obra fue muy importante en Buenos Aires y me dieron un premio y la embajada de los Estados Unidos me concedió una beca para estudiar un mes en Norteamérica y yo elegí hacerlo con Lee Strasberg. Él me llevó al Actors Studio y ahí empecé a tomar contacto con Ana Strasberg, que ya era su mujer, y a partir de aquel momento nunca perdí contacto con ellos. Tal es así que Ana venía a Argentina a ver mis ensayos, mi hija que también es actriz, estuvo becada en el actor Studio. Para mi fueron muy importante sus enseñanzas y comencé a transmitir en argentina el método que tenía Strasberg para formar actores.

Ya era un lugar mítico ¿No?

Si, era un lugar increíble, porque Strasberg y sus colaboradores tomaron las ideas de Stanislavsky y lo tradujeron al occidente. Con resultados como James Dean, Marlon Brando y Paul Newman, actores que modificaron la forma de actuar, de acercarnos más a lo humano y no exhibirse tanto como actores, y ese mundo de Strasberg nos llegó fuertemente a los latinoamericanos.

¿Y por aquellos años conociste a Robert De Niro?

No, a De Niro lo conocí cuando vino a Buenos Aires a hacer una publicidad sobre “Toro salvaje”. Yo lo admiraba mucho y en esos días le mandé una carta donde le decía que me encantaba de él su capacidad de invisibilidad actoral, es decir, de no estar como actor sino que el personaje aparezca a través de él. Y hablamos mucho de su “capacidad de invisibilidad”, a él le interesó, vino a mi estudio, dio charla para los alumnos. Años después cuando vino a hacer “La Misión”, lo invité a Buenos Aires y estuvimos tres días juntos. En ese momento el estaba ensayando una obra en los Estados Unidos titulada “Cuba y su pequeño Teddy” y me pidió que la vea; estuve quince días allá y me dijo: “Bueno Lito hacela en Buenos Aires”. Y yo le dije ok, la voy a dirigir, y me respondió: “No, hace vos el papel, me invitas a Argentina al estreno y después vemos quien es mejor actor de los dos”. Bueno me ganó.

Lito, si tendrías que elegir de tu prolífica carrera una obra de teatro y una película ¿Con cual te quedarías y porque?

La obra de teatro creo que sería Per Gynt de Henrik Ibsen, que la hicimos con Augusto Fernándes en los años 70’. Y en lo que tiene que ver con mis actuaciones en el cine, me quedaría con Facundo, porque creo que es una figura que desafía tu emoción, tu intelecto, tu temperamento. Creo que Facundo es el personaje que más me exigió porque me aprendí todas sus cartas de memoria, como ahora con San Martín, porque hablaba de una forma diferente a nosotros, por ejemplo cuando Rosas le pide a Facundo que se amigue con López, Facundo no le dice estoy enojado, le responde: “Tendría que tener la sangre tan helada como la nieve de la cordillera de los Andes para hacerme amigo del gigante de los santafesinos, porque el se quedó con mi caballo y nunca lo devolvió”. O sea, hablaba con una sintaxis con la cual uno no esta acostumbrado a nombrar la realidad, entonces en ese sentido fue un desafió muy grande como el que tengo ahora con San Martín en el teatro.

¿Y que significa para un actor meterse en la piel de un personaje tan caro a los sentimientos de nuestro país como San Martín?

Es una hermosa experiencia. Es introducirte a una manera de pensar, en una manera de ser, en una manera de emocionarte a través de las cartas de San Martín, de sus conceptos, de su religiosidad, de la historia con los guaraníes que eran seres que no se pegaban a la tierra sino que sentía que pertenecían a otra zona del ser humano, esos setecientos guaraníes que San Martín los tomó y que le contagiaron que era más importante la independencia que sus propias vidas. Esa experiencia hace que en un momento de la función uno tenga en un instante la impresión de que esos conceptos están naciendo en uno en la puesta en escena. Son instantes que tienen que ver con el arte y cuando suceden, es como dicen los que bailan flamenco, bajo el ángel.





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fuente: meteofa.mil.ar

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